martes, 13 de marzo de 2012

De la pérdida y el duelo.

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Ya dije que duermo poco? En mi buró están dos palabras que siempre van juntas con pegado, dolor y pérdida. Estoy segura que ustedes recuerdan, de todos los libros que les he recomendado, aquel que hablaba del duelo, de superar las pérdidas y de cómo salir de eso.

El citado libro, por el que tanto me preguntan, se llama Sobre el duelo y el dolor. Cómo encontrar sentido al duelo a través de sus cinco etapas de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross.

Qué tiene de particular? Por qué les llama tanto la atención? Bueno, esta sueca dedicó su vida a estudios de tanatología. Es la master de las masters en  el tema de la pérdida.  Cuando la leí por vez primera, no les hablo de charlatanería barata, me enteré que sus estudios no aplicaban únicamente para quienes enfrentan la muerte de un ser querido.

El duelo se aplica a cualquier situación que implique un desprendimiento o necesidad de desapego; un grave accidente que cambia tu rutina, quedarse sin trabajo, perder una casa por cualquier tipo de incidente y claro está…. un truene o divorcio… todo ello califica como pérdida.

Perder a alguien o a algo es el mejor motivo para experimentar una sensación de abandono y hundirse en la depresión. Toda la estabilidad emocional desaparece y ya nada tiene sentido. La ansiedad, el miedo, la dependencia, el coraje, la frustración y la depresión rondan los días y las noches, sin permitir que uno tome el control de sus pensamientos o emociones… más grave cuando afecta hasta las acciones.  Por días, semanas y hasta años podemos no volver a encontrar paz en nuestras vidas.

Pedir a gritos que alguien nos diga cuándo se va a terminar, querer dormir y despertar sabiendo que todo fue un mal sueño, solicitar una bola de cristal que nos diga que volveremos a estar bien…. Todo ello se vuelve clamor diario.

Definitivamente nadie puede sacarnos de ese estado. Nadie puede decirnos cuánto va a durar o lo que vendrá… excepto nosotros mismo.  Yo concluyo que en la medida que más conozcas sobre el proceso del duelo, que entre más reconozcas lo que te duele de esa pérdida… uno está del otro lado y 20mil pasos adelante en la recuperación.

Tras una pérdida, el duelo nos revuelca por cinco etapas:

1.- Negación.  No está pasando”, “Vi mal”,  “No puede ser, hay una equivocación”, “No es su culpa, seguro…” Es defensa natural buscar las justificaciones más absurdas para explicarse la situación que se vive y evitar alterar la estabilidad. La negación, sólo deja pasar el dolor que podemos soportar.  A mayor negación, mayor debilidad.  Luego viene el “shock”  ese momento que nos enfrenta con la ineludible realidad y nos prepara la siguiente etapa.

2.- Ira. “Muérete Dios” “Maldita suerte la mía” “Por qué diablos no le pasa esto a…” “Voy a dedicar mi vida a maldecirte…”  La ira es un sentimiento profundo y sin límites pero pasajero. Estar dispuesto a sentir ira es dejar que el dolor aflore.  Pero también es un sentimiento que va de ida y vuelta. Primero contra todos, hasta Dios y la gente que no conoces, ahí vive la cólera. Y cuando viene de regreso nos hace sentir autocompasión, culpa y lástima. Deja que todo eso aparezca  que pronto viene la siguiente etapa.  La ira termina cuando uno se plantea “Si pudiera cambiar todo esto lo haría….”

3.- Negociación.  “Y si hubiera…” “Por favor Dios….” Si me concedes…. Yo juro que….” “Qué pasaría si…” Intentar cambiar lo que sucede es una tregua temporal con el dolor y la pérdida.  Esos escenarios alternos llevan a la crítica, a cuestionarnos todo lo que creemos y lo que pudimos hacer diferente…. Finalmente acabamos con más culpa.

4.- Depresión.  Para qué vivir?” “Aquí termina mi vida” “Sin… no podré seguir viviendo”, “Mejor sería morirme”  Si ya no queda nada y si nada puede cambiar el pasado… lo que queda es el presente; desconocido y repleto de incertidumbre que provoca miedo.  En el presente hay certidumbre, nada de estabilidad.  El vacío emocional y la tristeza se estacionan como nubarrones. No hay motivo alguno para continuar y parece que el dolor nunca acabará.  Reconocer que la vida sigue porque estamos vivos, porque hay infinidad de motivos (unos más poderosos que otros) y recordar que no hay marcha atrás que cambie lo ocurrido es en definitiva el camino a sanar definitivamente.

5.- Aceptación. Pasar de una etapa a otra  no es cuestión de horas, mucho menos de meses. Son tiempos y procesos que sólo el que los vive  sabe a qué ritmo se caminan. Separar las etapas no indica que no se puede retroceder o permanecer más tiempo en una que en otra.  Pero sabes que ya paso la tormenta porque un día despiertas y ya nada duele.

Describir en un post el infierno de vivir un duelo es cosa sencilla, pero si a ti no deja  dormir… lee, trata de conocer  lo que enfrentas para que sepas cómo dominar el proceso. No está mal sentir dolor, lo que está mal es que no quieras salir de él.


1 comentario:

  1. La perdida deja dolor y de eso se gana experiencia. La experiencia la puedes usar como mas te plazca pero yo usualmente la tomo para reflexionar (madurar) y finalmente aprender a ser dichoso (que es diferente a la felicidad). La dicha es un estado que va más allá de una alegría o felicidad momentánea, como el romance o el circo. Bueno, eso es lo que yo pienso.

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