Ya
dije que duermo poco? En mi buró están dos palabras que siempre van juntas con
pegado, dolor y pérdida. Estoy segura que ustedes
recuerdan, de todos los libros que les he recomendado, aquel que hablaba del
duelo, de superar las pérdidas y de cómo salir de eso.
El
citado libro, por el que tanto me preguntan, se llama Sobre el duelo y el dolor. Cómo encontrar sentido al duelo a través de
sus cinco etapas de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross.
Qué
tiene de particular? Por qué les llama tanto la atención? Bueno, esta sueca
dedicó su vida a estudios de tanatología. Es la master de las masters
en el tema de la pérdida. Cuando la leí por vez primera, no les hablo
de charlatanería barata, me enteré que sus estudios no aplicaban únicamente
para quienes enfrentan la muerte de un ser querido.
El
duelo se aplica a cualquier situación que implique un desprendimiento o
necesidad de desapego; un grave accidente que cambia tu rutina, quedarse sin
trabajo, perder una casa por cualquier tipo de incidente y claro está…. un
truene o divorcio… todo ello califica como pérdida.
Perder
a alguien o a algo es el mejor motivo para experimentar una sensación de
abandono y hundirse en la depresión. Toda la estabilidad emocional desaparece y
ya nada tiene sentido. La ansiedad, el miedo, la dependencia, el coraje, la
frustración y la depresión rondan los días y las noches, sin permitir que uno
tome el control de sus pensamientos o emociones… más grave cuando afecta hasta
las acciones. Por días, semanas y hasta
años podemos no volver a encontrar paz en nuestras vidas.
Pedir
a gritos que alguien nos diga cuándo se va a terminar, querer dormir y
despertar sabiendo que todo fue un mal sueño, solicitar una bola de cristal que
nos diga que volveremos a estar bien…. Todo ello se vuelve clamor diario.
Definitivamente
nadie puede sacarnos de ese estado. Nadie puede decirnos cuánto va a durar o lo
que vendrá… excepto nosotros mismo. Yo
concluyo que en la medida que más conozcas sobre el proceso del duelo, que
entre más reconozcas lo que te duele de esa pérdida… uno está del otro lado y
20mil pasos adelante en la recuperación.
Tras
una pérdida, el duelo nos revuelca por cinco etapas:
1.- Negación. “No está pasando”, “Vi mal”, “No puede ser, hay una equivocación”, “No es
su culpa, seguro…” Es defensa natural buscar las justificaciones más
absurdas para explicarse la situación que se vive y evitar alterar la estabilidad.
La negación, sólo deja pasar el dolor que podemos soportar. A mayor negación, mayor debilidad. Luego viene el “shock” ese momento que nos enfrenta con la
ineludible realidad y nos prepara la siguiente etapa.
2.- Ira. “Muérete Dios” “Maldita suerte la mía” “Por qué diablos no le pasa
esto a…” “Voy a dedicar mi vida a maldecirte…” La ira es un sentimiento profundo y sin límites
pero pasajero. Estar dispuesto a sentir ira es dejar que el dolor aflore. Pero también es un sentimiento que va de ida
y vuelta. Primero contra todos, hasta Dios y la gente que no conoces, ahí vive
la cólera. Y cuando viene de regreso nos hace sentir autocompasión, culpa y
lástima. Deja que todo eso aparezca que
pronto viene la siguiente etapa. La ira
termina cuando uno se plantea “Si pudiera
cambiar todo esto lo haría….”
3.- Negociación. “Y
si hubiera…” “Por favor Dios….” Si me concedes…. Yo juro que….” “Qué pasaría
si…” Intentar cambiar lo que sucede es una tregua temporal con el dolor y
la pérdida. Esos escenarios alternos llevan
a la crítica, a cuestionarnos todo lo que creemos y lo que pudimos hacer
diferente…. Finalmente acabamos con más culpa.
4.- Depresión. “Para qué vivir?” “Aquí termina mi vida”
“Sin… no podré seguir viviendo”, “Mejor sería morirme” Si ya no queda nada y si nada puede cambiar el
pasado… lo que queda es el presente; desconocido y repleto de incertidumbre que
provoca miedo. En el presente hay
certidumbre, nada de estabilidad. El
vacío emocional y la tristeza se estacionan como nubarrones. No hay motivo
alguno para continuar y parece que el dolor nunca acabará. Reconocer que la vida sigue porque estamos
vivos, porque hay infinidad de motivos (unos más poderosos que otros) y
recordar que no hay marcha atrás que cambie lo ocurrido es en definitiva el
camino a sanar definitivamente.
5.- Aceptación. Pasar de una etapa a
otra no es cuestión de horas, mucho
menos de meses. Son tiempos y procesos que sólo el que los vive sabe a qué ritmo se caminan. Separar las
etapas no indica que no se puede retroceder o permanecer más tiempo en una que
en otra. Pero sabes que ya paso la
tormenta porque un día despiertas y ya nada duele.
Describir
en un post el infierno de vivir un duelo es cosa sencilla, pero si a ti no
deja dormir… lee, trata de conocer lo que enfrentas para que sepas cómo dominar
el proceso. No está mal sentir dolor, lo que está mal es que no quieras salir
de él.
La perdida deja dolor y de eso se gana experiencia. La experiencia la puedes usar como mas te plazca pero yo usualmente la tomo para reflexionar (madurar) y finalmente aprender a ser dichoso (que es diferente a la felicidad). La dicha es un estado que va más allá de una alegría o felicidad momentánea, como el romance o el circo. Bueno, eso es lo que yo pienso.
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